Cambiar las cosas… es posible

Por Maribel García Camacho

 

Economistas como Krugman, advirtiéndonos de los problemas que las crisis económicas generan a nivel global; o Piketty, hablando de la evolución de la desigualdad provocada por el capitalismo, ofrecen el peor presagio para las personas y las sociedades en la actualidad y nos remiten sin remedio al pesimismo. Sin embargo, al mismo tiempo, aparecen conceptos como la creación del valor compartido “Creating Shared Value” artículo de Michael E. Porter and Mark R. Kramer en la Hardvard Business Review en Febrero de 2011 que parecen ofrecer ideas de cómo reinventar el capitalismo o al menos como desencadenar una ola de innovación y crecimiento con una perspectiva más amplia que la financiera y mucho más fructífera para la sociedad en su conjunto.

El propio Porter no deja de repetir que “Las empresas que tengan como estrategia la creación de valor compartido son las que van a tener éxito en los próximos 20 años. El valor compartido es la oportunidad de crecimiento y de innovación más grande de la economía global, y el siguiente capítulo en la mentalidad de los gerentes”. La última parte de esta frase es lo que ha llamado poderosamente mi atención. Hablar de un cambio de mentalidad de los gerentes es fácil, pero creo que no es tan fácil de conseguir. Los cambios suceden sólo cuando uno es consciente de que necesita cambiar y quiere realizar ese cambio. La sociedad en su conjunto parece más dispuesta que nunca a forzar ese cambio de mentalidad en las élites que nos dirigen política, económica y socialmente. La UE está poniendo en marcha diferentes directivas comunitarias que obligan a los países a desarrollar Estrategias y Políticas referentes a la Responsabilidad Social Empresarial, pero me pregunto si todo esto será suficiente para producir la reacción esperada.

La Estrategia renovada de la Unión Europea sobre Responsabilidad Social de las Empresas dice que “Para la competitividad de las empresas es cada vez más importante un enfoque estratégico sobre RSE. Este puede reportar beneficios en cuanto a gestión de riesgos, ahorro de costes, acceso al capital, relaciones con los clientes, gestión de los recursos humanos y capacidad de innovación”. En España, hace muy poco, se ha publicado la Estrategia Española de RSE con una visión clara “apoyar el desarrollo de las prácticas responsables de las organizaciones públicas y privadas con el fin de que se constituyan en un motor significativo de la competitividad del país y de su transformación hacia una sociedad y una economía más productiva, sostenible e integradora” http://www.empleo.gob.es/es/sec_trabajo/RSE.pdf .

Parecería que ya estamos en marcha, que los gerentes que menciona Porter ya tienen suficientes inputs para darse cuenta de que necesitan cambiar su mentalidad y los beneficios que ello puede reportar. No obstante, atendiendo a las noticias que aparecen todos los días sobre la corrupción (política y económica), o incluso la “beneficiosa” gestión fiscal que algunas empresas realizan, parece que no va a ser tan sencillo.

Conceptos como la transparencia, el compromiso o la integridad forman parte de los valores necesarios para poder abordar la RSE en cualquier organización. Para poder hacer esto, para poder crear valor compartido hay que creérselo y la honestidad y la coherencia formarán parte intrínseca de los nuevos comportamientos necesarios para realizar ese cambio.

Por tanto a cada uno de nosotros nos corresponde evaluar estos valores en nuestros actos y exigir a nuestras instituciones, empresas y dirigentes su cumplimiento. Me resisto a creer que no existen personas integras, honestas y coherentes. También las hay, pero parece que la cultura del enriquecimiento rápido, del figurar más que trabajar, del capitalismo especulativo más que el productivo, y de las relaciones vacuas han sustituido a todo lo demás. De no ser así, nunca hubiera podido existir un “pequeño Nicolás”. Cuándo y cómo nos hemos convertido en una sociedad en donde lo accesorio ha sustituido a lo sustancial, dónde ser honesto o integro es sinónimo de tonto, mientras que hacer trampa o saltarse las reglas en el propio beneficio es sinónimo de listo y donde se mide el éxito sólo y exclusivamente por el dinero que se posee es para mi un misterio, pero está claro que el futuro está en una visión diferente.

Conceptos como la creación de valor compartido o la innovación abierta serán necesarios en nuestras empresas para poder competir, y para poder realizar estos cambios tendremos que relacionarnos de otra forma, tendremos que valorar otras cosas y creernos que la honestidad, la transparencia y la coherencia son imprescindibles para poder cooperar, compartir e innovar y por tanto para poder implantar todos estos conceptos en nuestras organizaciones y crear valor de otra manera.

De todos y cada uno de nosotros depende reprobar los comportamientos que nos están destruyendo y valorar los méritos y el trabajo bien hecho, pensar más en el bien común y en la generación de valor compartido que en el enriquecimiento rápido, o las carreras fulgurantes a costa de otros. Sólo así podremos cumplir de verdad con el objetivo de conseguir transformar la situación actual hacia una sociedad y una economía más sostenible, competitiva e integradora.

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