Voluntariado corporativo

Por Fernando Torres Ruiz

Voluntariado corporativo y estrategias de participación (1)

Introducción y base teórica

Se entiende por voluntariado corporativo el conjunto de actividades promovidas y apoyadas por una entidad que tiene como finalidad propiciar la participación libre de sus empleados a través de la aportación voluntaria de su tiempo, de sus capacidades y de su talento a causas, actividades, acciones y proyectos, por lo general, vinculadas a organizaciones sin ánimo de lucro.

Los programas de voluntariado corporativo se convierten en casos de éxito, al igual que ocurre con una política o estrategia de cualquier empresa, cuando en su implementación se utiliza una metodología rigurosa que requiere de un correcto análisis, diseño, implantación, ejecución y evaluación. ACOMPAÑA, fiel a su objetivo de proponer al cliente la incorporación de la Responsabilidad Social a su propia estrategia, contemplando compromisos concretos con los grupos de interés y, definiendo e implantando los mecanismos de gestión que faciliten el cumplimiento de los mismos, diseña e implementa planes de voluntariado corporativo desde la perspectiva investigación-acción participativa. En el presente artículo, que abre una serie de publicaciones en las que pretendemos explicar la metodología de intervención que aplica ACOMPAÑA para la elaboración de planes de voluntariado corporativo, explicamos el fundamento teórico sobre el que asentamos nuestra práctica, lo que implica irremediablemente comenzar hablando de ciudadanía y participación.

El paradigma participativo, aplicado desde la teoría, aséptica y  libre de interpretaciones políticas, adquiere especial relevancia en las acciones de voluntariado corporativo en tanto en cuanto, transfieren a los grupos de interés internos de las organizaciones el poder de crear, innovar y proyectar sus inquietudes solidarias más allá del puesto de trabajo. Se trata de sentirse socialmente útiles desde cualquier ámbito de la organización cuando tenemos conciencia de pertenencia y nos sentimos identificados con los valores y principios de la empresa. Es decir, cuando somos y nos sentimos ciudadanos.

Así pues, según la referencia anterior, la ciudadanía es participación y, para ello, puede utilizar una diversidad importante de mecanismos formales como puede ser el ejercicio del voto, la afiliación política o la pertenencia a un grupo de presión, entre otras muchas. Pero no tiene todo por qué ser elección, control y vigilancia de un gobierno dado, pues existen otra serie de formaciones o entidades que son expresión de la sociedad civil, como las entidades privadas sin ánimo de lucro, las empresas sociales y, cada vez más, las mercantiles que, a través de sus programas de voluntariado corporativo dentro de las políticas de Responsabilidad Social Empresarial  persiguen no solo una participación de las personas en la esfera política pero también en la puramente social que, aunque política también, no persiguen  el control inmediato o la vigilancia gubernamental.

Como indica Aranguren (2004), la participación ciudadana hace referencia a estar presente en, ser parte de, ser tomado en cuenta por y para, involucrarse, intervenir en, entre otras. Participar es incidir, influir, responsabilizarse. La participación es un proceso que enlaza necesariamente a los sujetos y los grupos; la participación de alguien en algo, relaciona a esa persona con las otras también involucradas. Ser participante implica ser coagente, copartícipe, cooperante, coautor o coautora, corresponsable; incorporable a unos mecanismos o procesos para asumir de forma colectiva y consciente un papel de sujetos o agentes activos en el devenir de nuestra convivencia colectiva.

En el ámbito de las organizaciones, esta participación se convierte en una forma de instrumentalizar las políticas y estrategias de la empresa, por supuesto, pero también puede ser la suma de acciones que llevan a cabo individuos que no ocupan posiciones de responsabilidad. Este último aspecto de la participación ciudadana en las organizaciones empresariales parece ser una actividad minoritaria y acumulativa, frente a la común participación en citas obligatorias sin más. Al mismo tiempo, la dinámica participativa puede llegar a que quienes participan tiendan a participar más y obtener más que quienes no lo hacen, o en otras palabras, una reedición del Efecto Mateo (Torres, 1998: 231).

Indica Pindado (2005) que la participación constituye el ejercicio de un derecho constitucional y el cumplimiento de un mandato que la Constitución dicta a los poderes públicos. Pero la participación no es una finalidad en sí misma, sino que es un medio para conseguir algo. En consecuencia, se puede decir que los derechos solo existen en la medida en que son puestos en práctica, elevados a acción y para ello no hay que esperar a que las instituciones intervengan y regulen en la acción social y voluntaria.

De igual manera, afirma Pindado que la participación ciudadana, es decir, la implicación de las personas afectadas por las decisiones públicas en las propias decisiones, puede dar valor añadido a la elaboración y a la gestión de esas políticas públicas. Sin embargo, si la intención de la participación es simplemente legitimar los órganos de gobierno, estaremos perdiendo la oportunidad de aprovechar la energía ciudadana para ayudar a transformar la realidad de nuestras experiencias vitales y alcanzar mayores cotas de bienestar y felicidad que, en el fondo, son algunos de los objetivos que persiguen los seres humanos a lo largo de su vida. Efectivamente, en las organizaciones ocurre algo similar y si solo atendemos a rubricar con nuestra presencia y de manera testimonial las políticas de RSE impuestas desde las direcciones de las compañías a las que pertenecemos, nuestra aportación a través de la participación en los planes de voluntariado corporativo se quedaría en nada. Precisamos algo más. Es necesario aprovechar la fuerza de nuestra acción voluntaria para aportar más valor, no sólo a la acción en sí, sino en la forma de transmitir y aportar nuestro conocimiento y nuestra experiencia como forma de entender y proyectar nuestro  trabajo más allá de los resultados económicos.

Sin duda para ello, es necesario planificar nuestros pasos. No basta sólo con los enunciados por parte de las autoridades o de las direcciones de las empresas, ni su inclusión en las leyes o los reglamentos, sino que resulta imprescindible dotar a los mecanismos de participación de medios técnicos, económicos y metodológicos. Esto último requiere una acción clara por parte de los gobiernos para que la participación ciudadana se vea favorecida. En el ámbito empresarial, esta acción debe salir desde la estrategia de la organización para  favorecer los planes de RSE que fomenten el voluntariado corporativo.

Quizás las respuestas a la situación aquí planteada puedan venir de la mano de una mayor participación ciudadana, tanto en las redes formales como informales en las que están insertos los grupos de interés internos. La participación ciudadana significa incidir colectivamente en las decisiones que afectan la vida cotidiana, analizar problemas, articular demandas junto a los poderes públicos, proponer, planificar, implementar y evaluar soluciones (Sirvent, 1994). Del mismo modo, los planes de voluntariado corporativo, deberían ser el resultado de un proceso participativo en el que la toma de decisiones para la resolución de problemas fuera parte de una metodología rigurosa en la que el análisis, la planificación y la evaluación estuvieran imbricadas en la cultura empresarial. Así, la participación se convierte en una manifestación de esta cultura, en oposición a una concepción puramente consumista, en la cual el concepto de participación está asociado a un sujeto en actitud de espectador con respecto a los objetos circundantes, característico de la exposición a los medios de comunicación y sin ningún tipo de acción transformadora sobre los objetos.

Referencias bibliográficas

ARANGUREN, L. (2004).La participación ciudadana: posibilidades y retos.

PINDADO, Fernando (2005) “La participación no se improvisa”. Revista de estudios locales. Núm. 87 (Nov-Dic). Madrid.

SIRVENT, María Teresa; “Estructura de Poder, Cultura Popular y Participación social”. Una investigación en el barrio de Mataderos (Bs. As. Argentina): (1985-1989) Doctoral Dissertation (PH.D.) Columbia University.N.Y.1994.

TORRES, C. (1998) Efecto Mateo en Giner, S.; Lamo, E. y Torres, C. (eds.) Diccionario de Sociología. Madrid: Ariel.

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