Es un hecho innegable que, en la actualidad, el contexto histórico social resulta cada vez más incierto y viene marcado por la diversidad política, económica, social, cultural y educativa. Este tiempo de incertidumbre exige de las personas un proceso de adaptación y de aprendizaje, asimilación y aceptación para experimentar una vida más consciente y plena en los vertiginoso cambios a los que debemos ir adaptándonos.
La inmediatez es parte de nuestra realidad y e impone la obligación de llegar el primero a todos lados y destacar en todo ante los demás, lo que conlleva a que el error y el fracaso no pueden formar parte de nuestras vidas. Esto merma las capacidades personales de seguridad interna y confianza de las personas y deja en segundo plano la proyección de que los logros y los éxitos se consiguen con tesón y esfuerzo y, la mayoría de las veces, pasando por los errores y los fracasos como parte del desarrollo de la capacidad de aprendizaje de los individuos. Es importante aprender a relacionarnos con el miedo intelectual (miedo a fracasar, evitación intelectual,…) que se está desarrollando en muchos niños, jóvenes e incluso adultos y que genera ansiedad, estrés y autoestima devaluada.
Mindfulness se apoya en acciones en las que los actores del sistema educativo son lo verdaderos protagonistas en un proceso de adaptación a los cambios en el que se establece como premisa el autocuidado. En primer lugar, educadores y familias, han de ocuparse de sí mismos para, a continuación, poder ocuparse ecuánimemente de sus alumnos e hijos.
La pasada semana apareció este interesante artículo en el diario El Mundo que muestra una pequeña parte de las acciones que se están, no solo en educación. LEE MÁS AQUÍ
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